… Pero lo más fascinante de La Habana son sus gentes, que al fin y al cabo son las que levantan ese paisaje humano tan característico, que da color y vida a lo que en principio es una ciudad urbanísticamente decrépita. Gente que día a día llena sus calles, en la mayoría de los casos, con la única pretensión de vivir un día más, de disfrutar un día más, de lo que para ellos es lo más importante: el ahora, el momento presente. Y de disfrutarlo sin prisas, a su ritmo, fumándose la vida puro a puro, día a día.