Foto para una pintura

Foto para una pintura

¿No eres, acaso nuestra geometría,
ventana, simplísima forma
que sin esfuerzo circunscribes
nuestra vida enorme?
Rainer María Rilke. (Las ventanas – Poema III)

 

Ayer me requería Fdo. García Medina, reconocido pintor, del que tengo la suerte de ser compañero y  amigo, para que le hiciera unas fotos de una fachada. Que con mucha probabilidad será objeto de una de sus próximas pinturas. Se trata de imágenes aparentemente prosaicas, en las que la belleza de la obra final seguramente no estará en el objeto representado, al menos según los cánones al uso de belleza, sino en las sutilezas estéticas, el trasfondo conceptual, y tantos otros añadidos que hacen que una imagen adquiera singularidad y se convierta en una obra de arte.

En estas imágenes a Fernando, y a mí también, nos gustaba esa luz especial que había a esa hora de la mañana, y que venía dada por la inclinación de los rayos de Sol y las condiciones atmosféricas de ese momento. Nos fijábamos en las sombras verde-azuladas de los toldos de las ventanas; pues las sombras no son negras, nunca son negras. En la textura de la pared resaltada por la iluminación lateral, etc. Detalles que yo he procurado mantener ajustando de la forma más fina posible el balance de blancos, para que todos los tonos se correspondan con la realidad, dentro de lo que me permitía mi pequeña cámara compacta.

La imagen tiene otras muchas lecturas mas allá de las meramente estéticas. Como cualquier fotografía, nos muestra un momento irrepetible. Sí, irrepetible, que podrá visionarse en el futuro pero que hará siempre referencia a ese instante en el que Fernando y yo lo estábamos observando. Que establece una conexión en el hilo temporal, y que nos muestra la singularidad de un momento mundano. En este caso, un momento silencioso, en el que no aparece el género humano, pero que está presente, de alguna forma, en el propio edificio y en los pequeños objetos que vemos después de una mirada más atenta: ventanas con marcos de aluminio; de madera con pintura ya desconchada, etc. Objetos que hablan por si solos y que sin duda traerán diferentes lecturas, para alguien que nunca haya visto ese edificio, para  alguien que viva  o trabaje enfrente de él o para alguien que viva allí o que tenga allí algún familiar. Y que como diría Barthes que aportan «el punctum de una fotografía, ese azar que en ella me despunta«.

En suma, todo esto está relacionado con la poética fotográfica, algo en lo que estoy profundizando en estos días y de lo que me oiréis hablar a partir de ahora. De ahí también que esta entrada comience con ese fragmento del poema de Rainer María Rilke, que habla sobre las ventanas, objeto que aparece en esta fotografía y que lo ha hecho desde los orígenes de la fotografía. Pero de esto ya hablaré en otra ocasión.

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